ESTOS ÚLTIMOS DÍAS
La mayoría de las cosas que he oído son tonterías, tanto si son buenas o son malas; son afirmaciones sin base alguna. Es como si en el fondo, sólo fuesen risas de desconocidos… que pueden llegar a hacerte sonreír, pero que olvidas de inmediato cuando pasas de largo. Y siempre, o casi siempre pasamos de largo.
También he vuelto a comprobar como, al final de cuentas, era mentira eso de que ya no creía en nadie; Que al final de cuentas siempre conservamos un poso de credulidad inocente que nos hace seguir latiendo como una arteria gigante si nos abrazan de verdad por muy pequeñas que sean las manos que nos tocan, algo que nos deja seguir respirando aire limpio aunque todo parezca podrido fuera del dominio de nuestros abrazos muy bien elegidos.
Es sorprendente la facilidad que tienen algunos para volcar todo lo horrible que se les pasa por la cabeza sobre la espalda de los demás. Cómo olvidamos todo lo malos que podemos llegar a ser y cómo se nos pasa el detalle de que no se trata de ser malos o buenos en términos absolutos, sino de ser coherentes y ecuánimes. Lo realmente divertido de todo esto es ser capaz de ajustar las cuentas con cada cuál sobre la marcha, ser capaces de ser justos hoy.
No hay justicias cósmicas, no hay vendetta alguna que se nos esconda acechante en alguna esquina oscura.
Me siento como un chico pequeño justo antes de un viaje a la playa; Sólo que como siempre, mi playa es tormentosa y gris. Y la arena no quema porque está congelada.
Mis Seychelles están tan al norte como siempre.
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