Sunday, August 15, 2010

THE END, THE CHANGE, WHAT IS YET TO COME.

Hay momentos en los que pasan cosas que uno percibe como decisivas, si bien pueden resultar no serlo. Echas de menos a personas que no están y que no merecen tus melancolías. Echas de más a personas que deberías arropar en lo más hondo de tu abrigo incondicionalmente. Aciertas y te equivocas. Crees que aciertas, crees que te equivocas.
Hay días en los que te despiertas con toneladas de hormigón armado sobre el pecho porque justo unos segundos antes de abrir los ojos has visto, has sentido, cómo ella se iba a la otra punta del mundo en un avión que despegaba desde un sitio donde sólo debería haber montañas, zorros y liebres. Otros días saltas de la cama como si durante la noche alguien hubiera disuelto las toneladas de acero forjado que te anclaban a los abismos más insalvables y más negros. También hay días muertos y noches putrefactas, claro.

Cada día asumo con más tranquilidad que la vida es una sucesión de cambios y que sólo depende de uno mismo entenderlos como finales, principios, cambios de estado; motivos para emborracharse o atiborrarse de tranquilizantes. Muchos de los cambios que nos sacuden, diría que la mayoría de ellos, escapan a nuestro control; o al menos han escapado al mío hasta la fecha, así que no sé si deberíamos clasificar a los que nos rodean por las cosas que les pasan. Cada día estoy más seguro de que lo que nos define como cobardes o valerosos en la forma en la que nos enfrentamos a los cambios que nos ocurren; no es sino cómo nos comportamos ante las puñaladas o las caricias que vamos recibiendo lo que nos moldea, lo que nos hace ser un tipo de persona u otro.

Lamentablemente he visto como gente a la que quería ha tirado a la basura toda su credibilidad a mis ojos comportándose como ratas de laboratorio, cobardes y dúctiles, en ocasiones que exigían que sacasen lo que realmente tendría que haberles definido y que terminó siendo sólo escombros y carbón. Afortunadamente conservo esperanzas en muchos otros y algunos jamás me han decepcionado. Claro que éstas últimas son muchas menos personas de las que podríais imaginar y muchísimas menos de las que me gustaría. Pero, en cualquier caso, este teorema de las decepciones y los aciertos conductuales es tan poco extrapolable que carece por completo de validez.

Es muy tarde, buenas noches.

e.

Thursday, August 12, 2010

TIME TO PRETEND.

Las cosas siempre son lo que parecen, al final.
Hay un punto en el que crees que conoces los secretos de las máquinas que lo mueven todo pero, al final, todo termina girando en la dirección que debía. O eso terminas pensado cuando, al final, te das por vencido y das el ciclo de observación por concluido, mandando a la mierda todo resto de perspectiva objetiva sobre el tiempo y la periodicidad de los hechos y ajustando tu análisis a la medida que más te interesa, en cada momento. Se trata de rendirse cuando crees que el ciclo se agota o de esperar a ver el solar devastado antes de tirar la toalla. O incluso de esperar a la primavera siguiente, por si no todo se hubiera perdido y la nieve hubiese incubado, bajo las piedras, brotes y señales de que todo termina mejorando.


Sinceramente sé que las cosas no duran siempre y que entender la perfección de la materia como continuidad indefinida más que como fin es la mayor estupidez de todas. Lo realmente difícil es destilar lo esencial de las cosas que nos pasan, de la gente que nos atraviesa sin dejarnos ni una célula de su epidermis en la nuestra y de los que se nos clavan en nuestros tejidos más impermeables, incluso sin querer quedarse. Lo que me parece tremendamente complicado es ser capaz de dilucidar quién se merece mi esfuerzo, quién realmente quiere que me esfuerce aun sin merecerlo. Es difícil aprender a no tirar al mar el amor, el afecto, el corazón y las fuerzas de las que uno dispone, y lo es mucho más si no puedes ni siquiera tener acceso al mapa de coordenadas más sencillo. A lo mejor es que simplemente se trata de jugarse el futuro a una carta astral estúpida, es posible que se trate de disimular que uno no puede hacer nada.
Al final, las cosas siempre son lo que parecen y debería aprender a asumir con calma que todo termina pasando, o no, algún día.
El problema es que yo no sé disimular.
e.

Tuesday, August 03, 2010

THE END OF WHAT WAS TAKEN FOR GRANTED.

Creo que siempre terminamos diseñando grandes finales para las cosas que empezaron casualmente, eventos que nunca merecieron una escena bien ensayada en su epílogo. Sé que es difícil asumir la perfección de todo lo que nos rodea. Sé que no todos somos capaces de entender bien que las cosas, por muy bonitas que sean, o por muy malas, siempre acaban.

No sé por qué será que terminaré recordando este verano dentro de unos años pero creo que la posibilidad de que sea por haber cosechado un bonito montón de actos finales gana terreno y la meta se acerca.

Dedicar unas líneas a detallar según cuál de los finales en los que ando metido es algo que me apetece muchísimo pero que, realmente, pienso que no serviría más que para alimentar una hoguera que sólo ha crepitado de una manera audible al final del todo, cuando ya sabíamos que se iba a extinguir, y sobre todo, cuando estábamos seguros de que no nos quedaba nada más con lo que avivar las llamas. Esta historia en concreto no merece recibir un último acto de redención.

Sin embargo, al tiempo que me inunda el sabor agrio de los finales detrás de la lengua, experimento toda una serie de revelaciones que se me antojan mucho más importantes que las exequias por todo lo que había sido estúpidamente dado por hecho durante tanto tiempo. Sé que no olvidaré qué está ocurriendo durante estos días. Algunas personas están llegando y se quedarán; otras llevaban tiempo yéndose y no volverán. Otras simplemente permanecerán y otras ha resultado no haber estado nunca.

A fin de cuentas, así es siempre.

Buenas noches.

e.